jueves, 22 de agosto de 2013

GÜENA GENTE

Unos días antes de irnos a pasar dos semanas con mi cuñada y sus niños a un pueblo donde el supermercado más cercano estaba a cinco kilómetros de distancia (y no había wifi), y ante los 35 graditos a la sombra que estaban cayendo, llevé a las niñas a un parque acuático que hay por aquí cerca. En coche.

Pues pasaron ellas allí tres estupendas horas tirándose por el tobogán y cambiando de piscina cada dos por tres mientras yo, como en tantas ocasiones, imaginaba que la clonación era posible y me multiplicaba. Que la chica quiera estar en la piscina de bebés y la mayor en la de olas no es tarea fácil cuando eres sólo una. 

De las casi tres horas que estuvimos dentro, estimo que al menos treinta minutos los pasamos yendo y viniendo al cuarto de baño. Tres féminas dan para mucho, y mi pequeña flor sigue empeñada en hacer su popó en los lugares menos apropiados.

Pues siendo ya hora de irnos y tras darnos una ducha, fuimos a secarnos el pelo. Y secándonoslo estábamos cuando entró una alemana muy alterada hablando muy rápido algo de un coche que estaba fuera. "Igual ha salido algún coche ardiendo", pensé por lo nerviosa que estaba la mujer, mientras seguía yo secándome la cabellera. Pero de pronto escuché las tres últimas letras de mi matrícula.  Ay omá que es el mío!!

Salí corriendo pensando que mi coche ardía y me lo encontré allí donde lo había dejado, enterito y sin arañazo alguno. Se me ocurrió que la mujer había visto la matrícula española y quería gastarme una broma, aunque la idea no terminaba de cuadrarme porque aquí el sentido del humor escasea... Pero lo entendí todo cuando al darle una vuelta al auto para comprobar que no le había pasado nada, vi la puerta abierta. De par en par. Habíamos pasado tres horas allí dentro..., y mi coche tres horas con la puerta abierta.

La buena mujer me insistía en que mirase por si me faltaba algo dentro, pero yo pensé que si no se habían llevado el coche, poco más podía pedir. 

Y de aquí deduzco que los alemanes, aunque son un poco secos, son MU BUENA GENTE. Así, en mayúsculas.

... y que Alemania va bien. 


jueves, 1 de agosto de 2013

Deutschland cierra a las seis de la tarde.

Hoy he podido comprobarlo por mi misma. Da igual que el sol esté justo encima de nuestras coronillas y que el termómetro sobrepase los treinta grados. 

Cierto es que el horario alemán lo llevo regular. Y eso que en casa llevamos horario mestizo, que no llega a ser ni el uno ni el otro. Pero al alemán puro no termino de hacerme el cuerpo. 

El problema viene siendo que se me junta todo. Desayunamos a las nueve, almorzamos a las doce y media (y creo que me están haciendo un favor, porque hoy me han contado que la vecina almuerza una hora antes), merendamos a las tres y cenamos a las ocho (lo normal es a las siete pero yo suelo llegar siempre tarde). No me digais que no es estresante...

Pues después del almuerzo mi chiquitina duerme su siesta, que puede alargarse hasta las cuatro de la tarde. Y mientras se levanta, meriendan las dos y tal..., pues me dan fácil las cinco de la tarde. 
Y a esa hora se nos ocurrió hoy irnos al zoo. Así que entre que nos preparamos y llegamos..., las cinco y media. Buena hora, no? A la semifresquita, que vaya calor está haciendo. Ahí íbamos las tres a saludar a los monos y echarle de comer a las cabras cuando al llegar nos encontramos con la puerta cerrada. Geschlossen, ponía en el cartelito. Como aquí son muy precavidos, cierran media horita antes y así a la hora justa están todos fuera.

Pues eso, que a las cinco y media de la tarde y nuestro plan zoo jodido. 
Menos mal que Dios aprieta pero no ahoga, porque justo al lado había un laguito con patos que nos sirvió como plan alternativo. Un lago encantador, rodeado de césped cuidadosamente cortado, frondosos árboles y..., vacío. Excepto los patos y nosotras, allí no había un alma. ¡Miento! Pasaron tres niños que salían del zoo con sus padres pisándoles los talones diciéndoles que se dieran prisa porque tenían que cenar.

Al llegar a casa y contar la anécdota a mi familia política, me aclaró mi suegro muy amablemente que esto no es España.

Así que a ver cómo lo hago para integrarme en el mundo teutón, pero tiene toda la pinta de que la chica va a quedarse sin siesta más de un día