viernes, 31 de mayo de 2013

Ensayo y error



El día que con el formulario para la preinscripción a la Universidad por delante me dijo mi padre: niña, estudia Empresariales y te metes a trabajar en un banco (y yo le hice caso), fue el principio de mi historia de amor.

Algunos pensarán que soy una romántica empedernida, y en parte es así. 

Empresariales es la carrera que menos me pega, pero la terminé. Me costó sudores, pero la terminé. Fué un martirio, pero la terminé. 

Hasta hace unos años, pensaba que haber estudiado esa carrera había sido el gran error de mi vida. Y es que aquello fue como poner a un médico vocacional a estudiar Derecho.

El que tenía como segundo gran error de mi vida, fue irme de la empresa que me ofreció mi primer contrato. Esta vez mi padre me recomendaba que no lo hiciera, pero papi, después de la gracia de la carrera, entiendelo...

Además precisamente me iba a trabajar a un banco. Debería estar contento, no? Bueno, es que en realidad me iba de becaria a un banco. 

En el banco en cuestión yo no era feliz. No era lo mío. Yo iba para veterinaria. Ademas es bastante frustrante verte rodeada de tanto dinero... que no es tuyo. Jeje ¡esto último es broma! Vale, no lo es.

Total, que feliz no era pero tampoco me iba mal. Pasé de ser becaria a estar contratada y ahí seguí hasta que llegó la crisis y me quedé embarazada. O hasta que me quedé embarazada y llegó la crisis. O fueron las dos cosas a la vez, ya no me acuerdo. Tú sabes, algo así como me encanta ser mujer pero mi jefe es un machista.

La cosa es que en el banco conocí al que hoy es mi churri, y con el que he creado esta maravillosa familia, y gracias al cual puedo ser una supermamá 7x24.

Así que ¡¡¡ERRANTES DEL MUNDO!!! No desistáis, porque en el error puede estar el acierto.

¡Y adiós que me voy de feria!

miércoles, 29 de mayo de 2013

La suerte de la fea la bonita la desea

Cuando tienes niños, puedes llegar a vivir situaciones insospechadas. 

A mi por ejemplo me dan mucho asco los mocos. Y las cacas. Pero asco de ganas de vomitar. Y aquí estoy, limpiando culos y hurgando en las narices de mis princesas para que puedan respirar bien y que duerman. Y dejen dormir. Y no os imagináis cuan largo puede llegar a ser un moco...¡ Y qué iba yo a sospechar que algún día iba a sacar ese tipo de mocos de narices que no son mías!

La cosa es que hoy quedé para tomar un helado con mi amiga, y monté en el coche a la prole al completo: regrande, grande y benjamina. Y así llegamos a la heladería, y cada una eligió su helado. Las niñas se lo tomaron de chicle. Un helado de chicle color rosa chicle.
Igual están pensando que qué importará el sabor del helado mis niñas. Pues sí que importa. Sobre todo, a la hora de quitar las manchas...

El helado por cierto estaba riquísimo porque es de una heladería artesanal italiana, y se lo curran mucho con los sabores. 

Después del helado y para que quemaran energías, fuimos a dar un paseo. Pero el viento era desagradable y volvimos a sentarnos para tomarnos un café. Tarde completita, ¿verdad?

Para delicia de los guiris que había por allí, la grande iba con sus zapatos de hebilla no a juego con los calcetines rosa. Y una diadema en el pelo con una florecita y una minipeineta. Lástima que no le hice foto. De dulce la niña. De verdad que le insistí para que se cambiara. Pero cuando empezaron a asomarle las lágrimas, pensé que tampoco era para tanto. Pero sí que lo era. 

Pues a pesar de ir ella con esas pintas, ya cuando nos íbamos del bar la escucho decirle a la remayor: mira qué perro tan grande. Se ve que la remayor no veía al perro grande, porque la de la minipeineta insistía: sí sí, allí, allí al lado de esa muchacha tan fea.

Yo la miré con los ojos muy abiertos y la cabeza un poco torcida. Ese gesto solemos hacerlo mucho las madres cuando queremos decir algo sin abrir la boca, no se si sabeis a qué gesto me refiero. 
Y es que la muchacha estaba a dos mesas de la nuestra, y el torrente de voz de mi hija no es lo que se dice discreto.

La remayor, que ya va rozando los seis y tiene un poco más de cordura le responde que ella no ve ninguna muchacha fea. Pero la otra se la señala, para que no quede duda.
Y así se llevaron el rato que tardó mi amiga en pagar, discutiendo si la muchacha era fea o no.

Yo no se si la muchacha en cuestión no se dio cuenta o si prefirió no darse por aludida. Yo por la parte que me toca, no sabía donde meterme.

Y es que ya lo dice el refrán, que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.









lunes, 27 de mayo de 2013

Genes guiris

La mitad de la sangre que corre por las venas de mis hijas, es guiri. Yo incluso me atrevería a decir que más del 50%. Y eso que se están criando en el país de los toros y la farándula y que su padre, a pesar de ser guiri de nacimiento, está bastante españolizado. Muy españolizado. 

El gen guiri está especialmente presente, por ahora, en la mayor. Supongo que por eso de la edad. Pero la pequeña también apunta maneras.

Resulta que ahora que ha llegado el buen tiempo, solemos salir después de la siesta para dar un paseito. Y presumida como es, no puede ir con la indumentaria colegial. Ella se cambia de ropa. Ella sola. Quiero decir, que ella sola va a su cuarto, elige lo que quiere ponerse, y se lo pone. Se pone una camiseta rosa, con una falda de cuadros grises y unos leotardos azul pitufo de canalé, por ejemplo. 
O le da por ir vestida de princesa durante un mes completo, sin días alternos ni nada. 
O de flamenca, con sus tacones, su camiseta de manga larga y sus leggins (todo junto). 
O va con sus pantalones cortos y los zapatos de flamenca. 

A ver, que de todos es sabido que los guiris tienen un gusto un tanto extraño a la hora de combinar colores y texturas en su atuendo. 

Pero donde el gen guiri sale a relucir en mi hija con toda su gracia, su arte y su poderío, es aquí:



Y os vayáis a pensar que ha cogido cualquier sandalia y cualquier calcetín. No no no. La combinación está cuidadosamente estudiada. Sandalias de mariposas con calcetines de lacito. En español: las sandalias de ir a la playa con los calcetines de vestir. 

Os juro y perjuro que de su padre no lo ha copiado. Jamás!! Mi churri jamás haría eso!! Ya os he dicho que está muy españolizado. A él, como a cualquier buen español, le gusta el jamón serrano, el chorizo de cantimpalo, los buenos potajes..., y hasta los caracoles! ¿A qué guiri conocen ustedes al que le gusten los caracoles? Lo que yo os diga, españolizado hasta la médula.

¿Y entónces a quién ha salido la niña?

Aquí les dejo una foto de la última visita de su abuelo (paterno). 



Y es que el gen, es el gen.

domingo, 26 de mayo de 2013

Cuestión de tiempo

Hay quien me pregunta que cómo lo hago. Para estar igual que siempre, dicen. Se refieren a gual que antes de haber parido a mis dos churumbelas.

A ver, que yo se que igual igual, no estoy. La Pre-yo (yo antes de-ser mamá) no hubiera sido capaz de salir de casa sin lentillas ni haberse pasado un peine por la cabeza. Sin su rabillo del ojo. Sin su poquito de colorete. Ahora soy capaz de eso y mucho más. Eso sí, mis niñas van repeinás, oliendo a colonia y a la moda. Faltaría más.

Pues qué superficial, pensarán algunos. Pues no. Sólo que yo (antes) muerta que sensilla. Y digo antes, porque eso era antes.

Bueno, a lo que iba. Que cómo lo hago para estar casi igual. No os hago esperar más. Os voy a revelar mi secreto. 

Mi secreto está en el tiempo: el tiempo que no tengo. 
Para explicarme mejor, lo voy a ilustrar con un ejemplo: Imaginen ustedes la hora de comer en mi casa. Siento a las herederas (de la hipoteca) a la mesa. Con sus manos lavás, por supuesto. Les sirvo sus platos, que pongo a la vez encima de la mesa para evitar aquello de a ella se lo has puesto primero! Las proveo de cubiertos y servilletas, y me sirvo yo. Pues no acabo de sentar mi culo en la silla cuando una de ellas me está pidiendo que le corte la comida más chiquitita, por ejemplo. Me levanto, se la corto y me siento.
Empiezo a llevarme la comida a la boca cuando la otra me pide ketchup. Me levanto, le doy el ketchup y me siento. 

Imagínense ese proceso durante toda la comida. ¿No equivale esto a una sesión de step? 

Y pensará alguno de ustedes: pues prepara todo lo necesario encima de la mesa y así no tienes que levantarte. Aunque vaciara todo el frigorífico encima de la mesa, os digo yo que lo que ellas necesitan en ese preciso momento, no está ahí.

Mis niñas duermen la siesta (conmigo) después de comer. No han terminado el postre cuando están medio dormitando encima de la mesa, suplicándome con la mirada que nos vayamos a dormir. Así que con mi plato a medias digo, a tomar por culo. Y nos vamos a dormir. Y si repetimos este proceso a diario, ¿no equivale esto a ponerse a dieta? 

Mis retoñas miran mucho por la figura de su madre.

Si vamos a tomarnos un helado, me tienen entretenida cuidando que el susodicho no termine repartido sobre su atuendo. Cuando se han terminado su helado, van a por el mío, que está casi entero porque no me ha dado tiempo a terminármelo. ¿Y qué madre es capaz de negarle la comida a sus crías??

Pues lo dicho, cuestión de tiempo.

viernes, 24 de mayo de 2013

Emancipación anticipada

Que se me va de casa, dice. Más que dice, amenaza. La niña, sí. La mayor. La de cuatro años.

Tenemos un acuerdo que consiste en dormir juntos los viernes si durante la semana ella no da guerra para dormirse. 

Esta semana ha dado guerra. Lo típico: agua-pipí-agua-pipi-agua hasta la extenuación. Así que estaba cantado que el viernes iba a dormir acompañadísima..., por su osito de peluche.

Y así es que cenamos, nos lavamos los dientes, la llevo a su cama y se me revela. Con cara de muy enfadada, me dice que hoy es viernes y que ella se va a mi cama. Pues va a ser que no, hija. Tú quédate en tu cama ahora que ya dormimos juntas el viernes que viene.

Pero la niña, como buena tauro que es, no se rinde fácilmente. Ella insiste. Y vuelve a insistir. A la retaíla agua-pipí-agua se le une ahora -caca. Y es que tiene un dolor de barriga taaan fuerte que no se puede aguantar.
Así que se sienta en el wáter. A hacer caca. Y allí sentada, roja como un tomate del esfuerzo, me suelta con la misma cara de enfadada y una ceja lijeramente levantada (eso lo tiene de su padre) que si no me he enterado de lo que me ha dicho. Que me ha pedido por favor que durmamos juntas y si las cosas se piden por favor, hay que hacer caso.

Vuelvo a explicarle que no, y lo de que los actos tienen consecuencias y que hoy duerme en su cama, vamos. Pues con la cara igual de roja y la ceja igual de ligeramente levantada, me mira fijamente a los ojos y me dice que si no la dejo, se va de esta casa. Que va a montarse en el coche, y va a conducir hasta casa de Tata. Y no va a volver NUNCA (enfatizando lo de nunca). Y tú te vas a quedar aquí SOLA. Solaaaa..., con papá y mi hermana. Pero sin mi!!

Cuatro años, señoras y señores. A los quince se me alquila un piso y se va. Ay omá!

miércoles, 22 de mayo de 2013

Mamá, quiero un hermaniTO

Sí, así tal cual. Terminado en mayúsculas. Porque siendo consciente de que ya tiene dos que terminan en -ta... Va con mayúsculas.

Todo sucedió durante el almuerzo. Mamá, yo tengo dos hermanas, así que soy la más guay. Tú tienes sólo una, así que eres "menos guay". Y se queda la niña tan pancha. 
Que yo soy menos guay? Pero qué se ha creido esta mocosa! Y le respondo: no hija, yo también tengo dos. Un hermano y una hermana.

Ella se queda pensativa. Y yo haciendo como que la conversación ha terminado, pero con el "a ver por dónde me sale" detrás de la oreja. 
Pues me salió con un... Mamá, pues yo quiero un hermanito. 

Un hermanito!! Y dice que ya sabe hasta el nombre que le va a poner! Perdona que te diga niña, pero esto suena a premeditación y alevosía... Pues díselo a tu padre. 

Y vaya si se lo dijo. Justamente, mientras ajeno a todo bebía un vasito de agua. Creo que se le quitó la sed, el hambre, el frío y el calor de golpe. En estado cero, se quedó el pobre. No creo que haga falta que cuente quién recogió aquello... 

martes, 21 de mayo de 2013

Ir a la moda

   Pues estaba yo en pleno proceso de acicalamiento general (ya se sabe: ropa, zapatos, maquillaje y esas cosas) cuando me pregunta la niña:  Mamá, para qué te pintas?
   Y a mi no se me ocurre otra cosa que contestarle:  Para ir a la moda, hija. 
   Y como ya se sabe aquello de que los niños no aprenden, sino imitan..., pues un día tardó en copiarme la señorita. 
   Lo de copiarme es un decir, porque apareció con la cara literalmente garabateada: labios de payaso, ojos de..., jolín los ojos. Es que parecía que le habían apaleao la cara, vaya. 
   Y qué le pregunto yo, su madre, al ver aparecer al angelito de esa guisa? Pues qué le voy a preguntar?: Pero hija, dónde vas así??.
   Y qué me responde la niña, mi hija, ante semejante pregunta? Pues qué me va a responder?: Mamá, a la moda!!