sábado, 25 de enero de 2014

Visita inesperada

Llevaba tiempo dándole vueltas al tema. Sabía que el momento se acercaba y antes o después tendría que coger al toro por los cuernos. Además, lo ideal era hacerlo cuanto antes para que llegado el verano estuviese más que controlado. Y es que no es lo mismo hacerlo en la tranquilidad de tu casa, a que te pille de viaje o hacerlo en casa ajena (por muy familiares tuyos que sean). 

Como conté en el post anterior, el Sr. Murphy se ha liao la manta a la cabeza y me las está haciendo pagar todas, intereses incluidos. No obstante, soy de las que intenta ver lo positivo de cada situación y aprovechando la reincidente clausura temporal que sufrimos debido a la gastroentegripe (y no me he equivocado de vocablo) de Claudia, decidí que era el momento. "¡Ahora o nunca!" me dije con determinación, decidida a limpiar todos los pises que hicieran falta. Y así, el miércoles empezó el proceso de desempañalamiento de Carlota. 

Tengo que reconocer que me sorprendió gratamente como la niña se iba desenvolviendo sin esa capa de celulosa pegada al trasero. Al fin y al cabo, ha convivido con ella desde que nació... Aún así algún que otro momento de escape tuvo, que no le vamos a pedir peras al olmo. Pero ahí estaba yo dispuestísima, haciendo el cambio de indumentaria preciso y recogiendo los charquitos pertinentes, sin olvidarme de controlar la temperatura de la mayor y administrarle la dosis de medicamento necesaria. 

Con lo que yo no contaba es con que la gripe de Claudia venía acompañada por doña gastroenteritis, que al parecer este año se llevan muy bien y van juntas a todas partes: mi casa incluida. 
Lo intuí cuando empezó a quejarse de dolor de barriga. Casi me atreví a prediagnosticarlo al oler las ventosidades que salían de su lindo culete. Pero cuando no me quedó la más mínima duda fué cuando, con cara de preocupación, me soltó un "mamá, me he cagao". 

Así que a los pises de la recién desempañalada, se le unieron las cacas diarréicas de su hermana, que por cierto salían a su antojo de sus posaderas sin importarle si la niña estaba ya sentada en el inodoro, o todavía no. No, la mayoría de las veces no lo estaba...

Al parecer nuestro periodo de enclaustramiento se va a alargar algunos días porque Carlota le ha cogido cariño a los virus de su hermana y los ha invitado a quedarse un poquito más. 

El viernes estoy yo quemando romero. Alguien que me deje una arbusto, por favor. 

miércoles, 22 de enero de 2014

Mamá 7x24 a secas.

Para mi familia, el 2013 fué un año genial en lo que a salud se refiere. Bueno, menos para mi churri, que el pobre iba de una en otra. Pero no eran cosas graves y yo soy muy fan del refrán que dice: "Dios mío, Dios mío: salud pa mí y trabajo pa mi marío". Así que lo dicho: un año genial. 

Pero iba terminando el año allá por finales de diciembre, que se me ocurrió comentarlo con él en plan "oye churri, hay que ver qué año tan bueno llevan las niñas". 
Pero no quedó la cosa ahí. Encima, me eché flores a mi misma: que si hay que ver lo sanas que están, que si eso seguro que es por lo bien que comen, que claro, con lo que me preocupo yo de que coman fruta y verdura, y lo que descansan, que menos cuando se ponen porculeras son marmotas... Y así un largo etcétera de lo bien que lo hago y que claro, eso se nota y las defensas de las niñas pues por las nubes que están. 
Vaya, que en un alarde de narcisismo y modestia aparte, ni el actimel era comparable con mis dotes como madre a la hora de ayudar a las defensas de mi descendencia. 

Pues si todo aquello se me ocurrió soltarlo un día 19 (de diciembre), justo el 20 empezó la ley de Murphy a caer por su propio peso: la mayor con fiebre. 
Al día siguiente se le pasa, por lo que pensé que las vitaminas de tanto zumo de naranja mañanero estaban dando resultado. Pero ahí estaba la chica tomando el relevo. 
"No perdamos la esperanza", recuerdo que pensé. "Esto es una crisis pasajera". Y de hecho, la fiebre de la menor duró un día. Pero cuando se le pasó, amaneció la hermana con urticaria: llena de habones. 

En fin... Que se le pasó la urticaria a la mayor y la pequeña empezó con fiebre alta y la pediatra recomendó enclaustramiento temporal. No había la pobre terminado el tratamiento de antibiótico cuando se levantó con otra urticaria (supongo que familiar cercano de la que tuvo su hermana) que la marcó con hematomas y nos hizo dar un paseito al hospital. Y en el último reconocimiento le han escuchado un soplito en el corazón, que aunque en principio no es preocupante, sí que tiene que verla el cardiólogo. 
Y ahora a quién le toca? Pues a la mayor, sí. Creo que es gripe, y estoy acojonada porque como me lo pegue no sé qué va a ser de mí. Y teniendo en cuenta que Mr. Murphy no me está dejando pasar ni una, me temo que ni todo el zumo de limón del mundo me va a librar esta vez. 

Así que estoy planteándome cambiar el nombre del blog y dejarlo en "mamá 7x24" a secas. Y que venga el señor del actimel a echarme una mano. Porque de súper tengo yo poco...